En la grada perica hace años que se vive una sensación de melancolía, de quiero y no puedo, de esperanzas truncadas por un anhelo de “ser más”, de conseguir un despegue deportivo que nunca llega. El presidente actual, Chen Yasheng, salvó al club de la ruina asumiendo la abultada deuda que dejó Daniel Sánchez Llibre y saneó el club.
Ese mérito no se lo podemos negar, nos sacó de la quiebra y ahora no somos un club que tengamos que malvender por cuatro chavos a nuestros mejores activos para pagar las nóminas. Pero sí que es cierto que muchos confiaron que el desembarco de Yasheng en el club, como si fuera nuestro ‘jeque’ particular, iba a traer una política deportiva más ambiciosa.
Y no ha sido así. Y la melancolía ha contagiado a la grada, que cada vez está menos dispuesta a enriquecer el tejido social blanquiazul, que poco a poco va perdiendo vigor. Por ejemplo, las peñas, cuyo número parece que va en aumento, pero su fuerza social es cada vez menor.
Por supuesto, no solo es culpa de sus dirigentes, que hacen lo que pueden, pero los horarios televisivos cada vez más dispares y las consecuencias de una pandemia que afectó a todos los ámbitos de la vida social, las han debilitado mucho. Cada vez va menos gente a los ‘Aplecs’ o a las cenas de aniversario, y la rotación generacional es escasa, a pesar de los abnegados intentos de la gente que intentan sacar las peñas adelante, con sacrificios personales.
Esta decadencia social se ve, por ejemplo, en el triste food-truck que hace las funciones de cafetería en la Ciudad Deportiva Dani Jarque. Antaño había un bar como Dios manda, con un buen número de mesas, que permitía a los socios acudir, montar tertulias improvisadas y planear, entre café y caña, todo tipo de desplazamientos o de iniciativas en clave blanquiazul.
Ahora hay una triste furgoneta en medio de un parking, sin una triste silla o mesa en la que consumir, que no permite conversar, más bien invita a no ir por allá. El ‘caliu’ que se pierde es difícil que vuelva, y pasar de un bar de los de antes a una furgoneta no es la mejor señal de dinamismo social.
Faltan ideas y empuje para que el entorno perico sea cada vez más fuerte y ejerza de red protectora, y a la vez impulsora, del sentimiento blanquiazul. No faltan las iniciativas sociales aisladas y bienintencionadas, y hay que aplaudirlas, porque contribuyen a evitar un desánimo aún mayor. Pero no hay nadie al timón que tenga un plan para fortalecer, de verdad, socialmente al club.
Basta con ver, por ejemplo, como la producción de libros blanquiazules es residual, y solo el club o la Fundación la mantiene de tanto en tanto. De la misma manera que el marketing empresarial perico va razonablemente bien, el pulso social pierde fuerzas por momentos.
Y lo curioso es que a pesar de esta atonía, si hay estímulos, parte de la afición responde inmediatamente. Basta con ver el éxito del entrenamiento a puerta abierta que se hizo el pasado 1 de noviembre en la Ciudad Deportiva, que fue un acierto del club. Más de mil pericos asistieron, con centenares de chavales buscando firmas de los jugadores. Esperanza hay, lo que hace falta es un plan. Mejor dicho, un plan que funcione elaborado por gente que sepa.
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