Sorprende tanto que, una formación que ha participado en la creación de nuestro sistema democrático y que fue clave en el consenso que nos dotó de una de las Constituciones más avanzadas de Europa, se arrastre ante unos partidos que odian a España, que lo mejor que podría hacer el PSOE, si le quedara un poco de dignidad, sería disolverse.
Que Puigdemont se haya presentado ante la opinión pública catalana, con su ya manida conferencia en la localidad francesa de Elna, como si fuera un héroe y un mártir es exclusivo mérito de un PSOE que ha resucitado a un político que ya estaba amortizado por el separatismo catalán y que cada vez tenía menos peso en la política local, autonómica y nacional.
Sánchez, único responsable
Para los que consideramos que nuestro sistema democrático necesita, para ser viable, un partido de centro-izquierda fuerte y responsable, lo que ha hecho el PSOE de Sánchez es dinamitar las bases de nuestra convivencia. A partir de ahora, todo lo que pueda pasar en nuestro país será responsabilidad exclusiva de Pedro Sánchez y su cohorte de pelotas y enchufados.
Si para mantener el poder los socialistas no solo pactan con formaciones indeseables, acuerdan amnistiar a golpistas y, además, se les rinde pleitesía y llaman “president” al prófugo Puigdemont es que están dispuestos a acabar con nuestro Estado de derecho. Es el camino que ha decidido seguir el PSOE y que no acabará nada bien, por desgracia.
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