El líder del PP, y candidato a la presidencia del Gobierno, Alberto Núñez Feijóo, ha superado con nota el ‘numerito’ del maleducado Óscar Puente, el ex alcalde de Valladolid que fue el designado por Sánchez para darle la replica, y que sobreactuó y tuvo un tono desagradable. Y es que el todavía presidente del Gobierno en funciones se arrugó y decidió no dar la cara y delegar en alguien que le hiciera el trabajo sucio. De hecho, con muy mala educación, Sánchez se dedicó a trastear con su teléfono móvil, ignorando las intervenciones de Feijóo.
Con Santiago Abascal el candidato mantuvo un intercambio dialéctico de guante blanco. Hubo reproches mutuos, pero ambos guardaron mucho las formas, sobre todo porque VOX confirmó que votaría «sí» a la investidura de Feijóo. Si ambos partidos hubieran tenido ese tono durante los últimos meses, ahora estarían compartiendo gobierno y no estarían a la merced de la nueva coalición Frankenstein que se está fraguando.
Marta Lois, Enrique de Santiago y Aina Vidal fue el tridente que Sumar empleó para intentar desgastar a Feijóo. El peor fue De Santiago, que más que un diputado parecía un camorrista de taberna. Este dirigente del Partido Comunista de España acusó de «machirulo» al líder del PP con un tono que olía a colilla de Ducados y a una borrachera de Soberano (que como recordarán, es «cosa de hombres»). Feijóo los apaleó dialecticámente sin despeinarse, sobre todo a Lois, a la que retrató con sus fracasos en la política de Galicia.
Feijóo también ha bailado dialécticamente a Rufián, al que le ha recordado su querencia por las impresoras, los años largos que lleva en el Congreso o sus malos resultados en las elecciones municipales en Santa Coloma de Gramenet, ciudad en la que fue el alcaldable por ERC. Con Nogueras ironizó sobre si consideraba que España era un imperio que colonizaba Cataluña, y si pensaba que Sánchez el «presidente del Imperio español».
El líder popular fue muy superior a los portavoces de PSOE, Sumar, ERC y Junts en la primera sesión del debate de investidura, y aunque posiblemente no consiga los votos para conseguir la presidencia del Gobierno, demostró que hará una buena labor parlamentaria como jefe de la oposición. Por supuesto, en el caso que Sánchez logre, a base de arruinar a España, conseguir los votos de los voraces partidos separatistas.
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