Habiendo quedado ya en el olvido el debate acerca del gasto para el rearme militar que aprobó unilateralmente Sánchez, para no ser el hazmerreír del mundo occidental, ayer nos quedaron claros muchos temas tras el histórico apagón que sufrimos en España de forma global y por cerca de 12 horas, nada más y nada menos.
Lo que empezó para la mayoría con una visita al cuadro de la luz que tenemos en el domicilio, pensando que había saltado algún magnetotérmico afectando al suministro doméstico, acabó medio día después sin saber la causa real que había provocado el caos.
La inquietud y la falta de respuestas concluyentes y solventes justificaron la angustia extendida entre la población al no saber nada al respecto y tomando conciencia, si quedaba alguna duda, de que estamos en manos de una panda de inútiles incapaces de explicar la causa de un mayúsculo e inédito apagón a nivel nacional.
El impresentable que dirige el Gobierno de España compareció dos veces ante los medios, sin dar opción a preguntas que no se sabrían responder, para decirnos que habían desaparecido 15 gigavatios, sin poder razonar acerca de tal volatilización. Se abría el melón para pensar en una abducción alienígena, un suceso climatológico sin parangón, un ciberataque en la isla energética ibérica o que todos los sindicalistas habían empezado a poner en marcha a la vez sus barbacoas para la mariscada del jueves.
En su intervención también aprovechó para repetir el cuestionable argumento de que Red Eléctrica Española (REE) es una empresa privada, con el único objetivo de desmarcarse de la responsabilidad pública directa ante el follón generado. En este sentido, es cierto que está participada por empresas privadas, pero conviene recordar que la participación estatal en el accionariado es del doble que la que necesitó el Gobierno para, por ejemplo, cambiar al presidente de la principal operadora de telecomunicaciones del país y colocar a un afín, por lo que es muy cuestionable su escapatoria. Nuevamente, como gran experto que ha demostrado ser, ha jugado la baza de sus manipulaciones ante la opinión pública.
Y, para alegría y éxtasis de nuestro flamante número uno, ha llegado a agradecer al hermano Mohamed su ayuda para dotarnos de suministro de energía y facilitar la recomposición de nuestro equilibrio energético. Algo que debemos suponer fue factible tirando de centrales que nosotros ya hemos finiquitado por contaminantes y poco eficientes.
Ya ha abonado el terreno para que, aprovechando este sacrificio y esfuerzo, haya excusa para seguir con el riego incesante de equipamiento y de millones en favor del vecino sureño, haciendo gala de esa relación de hermandad que muchos no compartimos ni compartiremos por mucha luz que nos brinde. Por otro lado, también agradeció el apoyo suministrado desde Francia, en virtud de su disponibilidad de energía con su entramado de centrales nucleares. Una alternativa que, aquí que somos tan chulos, no queremos ni plantearnos potenciar como solución energética.
Sin expectativas de que nos cuente la verdad y sin posibilidad de que este acontecimiento le llegue a pasar factura, como tampoco salpicará a la ministra del ramo energético o al responsable de los transportes, hoy iniciamos la jornada con la ilusión de que acabe como empezó, con luz en la mesita de noche.
Visto lo visto, tras dotar Sánchez con millones a espuertas para comprar armas, lo que no está mal desde la vertiente que supone tener al Ejército español bien equipado y modernizado, nos ha quedado claro el modo efectivo que hoy sirve ganar guerras, desequilibrando una sociedad y generando caos de modo generalizado sin tener que lanzar un misil o una bala.
En pleno siglo XXI, con las exigencias actuales en materia de Defensa y la importancia de la ciberseguridad, por si ese hubiese sido el detonante del colapso, junto a la evidente dependencia energética que sufrimos, todos recordaremos el 28 de abril del 2025 como el día en que quedó demostrada la alta vulnerabilidad de una sociedad moderna y acomplejada como es la nuestra.
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