Exdirigente del PSOE y una de las fundadoras de Unión, Progreso y Democracia (UPyD), Rosa Díez (Sodupe, Vizcaya, 1952) ha abandonado la política activa pero no su compromiso, siempre vehemente, con los valores constitucionales. Prueba de ello es esta entrevista, en la que Díez critica tanto el “despotismo institucional” del gobierno catalán como los pactos de Sánchez “con quienes organizan y amparan la insurrección” contra el Estado.
El hasta ahora presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, ha llamado en su discurso de despedida a defender Europa y combatir el “estúpido y cerril nacionalismo”. ¿Por qué es tan peligrosa esta ideología?
Si partimos de la base de que el nacionalismo no es una ideología sino una religión que anula al individuo al negarle ser depositario de derechos individuales que supeditan al derecho primigenio de la tribu, es fácil comprender que los nacionalismos, ya sean los periféricos o los de los Estados, los antiguos o los modernos, son adversarios de la democracia. Todas las guerras tienen su origen en el nacionalismo y/o en la religión.
El Sindicat d’Estudiants, mayoritario en las escuelas catalanas, ha convocado una huelga bajo el lema: “No podréis encarcelar a todo un pueblo. ¡Todos a las calles contra la represión franquista!”. ¿Qué opina de este eslogan alguien cuyo padre fue condenado a muerte por el franquismo?
La ignorancia hace más daño que la mala fe. En democracia solo se encarcela a los presuntos delincuentes, que son juzgados y condenados o absueltos. Y España es una de las democracias más garantistas y de mayor calidad del mundo.
Analistas como Ignacio Escolar o Ignacio Sánchez-Cuenca atribuyen el origen del conflicto actual a la sentencia del Estatut en 2010. ¿Están en lo cierto?
El conflicto es parte cotidiana de las sociedades democráticas. Lo de Cataluña no es un conflicto sino una insurrección contra el orden constitucional. Fue la rebelión ante la sentencia del citado Estatuto, liderada por las autoridades catalanas, lo que está en el origen de esta insurrección violenta. Recuerden aquella manifestación contra la sentencia del Tribunal Constitucional encabezada por el presidente socialista Montilla… Fue la primera imagen de insurrección, de despotismo institucional. Después vendría todo lo demás.
Mientras que para el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, los disturbios en Cataluña son un “problema de orden público”, para el consejero de Interior de la Generalitat, Miquel Buch, son un “problema político”. ¿Quién tiene razón?
En Cataluña tenemos un problema democrático derivado de que la Autonomía tiene un gobierno despótico que no respeta las leyes ni las sentencias de los tribunales de Justicia; en España tenemos un problema político como consecuencia de que el Gobierno de Sánchez mantiene pactos en más de cuarenta instituciones con los partidos que organizan y amparan la insurrección violenta; y por eso Marlaska está empeñado en lavar su imagen y devaluar la gravedad de lo que está ocurriendo.
Por su parte, TV3 centró su cobertura de los disturbios en los excesos de los Mossos, minimizando la violencia de los radicales. ¿Habríamos llegado a donde estamos sin la participación del canal autonómico?
El papel de desinformación y de propaganda del odio y la mentira desarrollado por los medios públicos catalanes es y ha sido durante años un instrumento clave para conseguir la ruptura de la sociedad catalana.
¿Y cuál ha sido el papel de la denominada Escola Catalana?
Son los comandos del totalitarismo en la educación. De lo más peligroso.
En un artículo reciente en The Guardian, Arnaldo Otegi ha defendido el separatismo catalán, con cuyos líderes se ha dejado ver en diversas ocasiones. ¿Le sorprende las buenas relaciones del nacionalismo catalán con el dirigente abertzale?
Pues no, no me sorprende nada que los enemigos de la democracia, ya sean golpistas, sediciosos o terroristas, salgan juntos en las fotos. Comparten objetivos: destruir la sociedad plural y democrática.
¿El catalanismo moderado es parte del problema o parte de la solución?
No se lo que es el “catalanismo moderado”…
Pablo Iglesias ha pedido “diálogo” y “empatía” con Cataluña. ¿Saldremos así de la situación actual?
El diálogo es un instrumento reservado a los iguales. No hay nada que dialogar con quienes se saltan las leyes; y lo que Iglesias llama empatía con ellos es complicidad.
Por Óscar Benítez
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