Tal y como han quedado las cosas, queda claro que a la mitad de la sociedad española le importa un pimiento que quien decida cómo se gobierna España, sean precisamente aquellos que quieren romper con ella. Esa mitad, que se hace llamar de izquierdas, ha abrazado sin problemas los postulados de partidos que defienden el privilegio de cuna: Según donde nazcas, debes tener más derechos y menos obligaciones, porque tú lo vales. Así, una señora de Vic es mejor, mas culta, más cosmopolita y más laboriosa que un señor de Marinaleda, y por tanto se le ha de conceder hacienda propia, tribunales propios, impuestos ad hoc, policía, sanidad, tribunales y funcionariado propios y, por supuesto, una financiación adecuada para pagar todo ello que sale del bolsillo del señor de Marinaleda, que asume que es un ser inferior, colono y opresor y por tanto ha de pagar en consecuencia.
Mientras esto sucede, los partidos separatistas, que saben que tienen la sartén por el mango, se preparan para tener la independencia en cómodos plazos. Ya probaron tenerla al contado, pero la cosa no terminó de cuajar, y han visto que es más práctico hacerlo en letras de cambio que ya prepara gustosamente el gobierno Frankenstein que nos espera.
Hoy será una financiación acorde a los monstruosos gastos, pero tipo cupo vasco, basta ya de tonterías. Mañana será que la agencia tributaria catalana ejerza competencias reales, no como ahora que solo sirve para figurar y colocar gente. Pasado, unos tribunales de justicia autonómica donde sólo ejercerán los jueces afines al prusés. Al otro, el Parlament legislará invadiendo competencias y no se presentará recurso alguno por parte del Gobierno de España, y así hasta llegar a una desconexión de facto con el resto del Estado, que no tendrá presencia alguna en Cataluña, Comunidad Autónoma Vasca y el resto que quieran seguir esos mismos pasos, como Navarra…
Y por fin, llegados a un punto donde el relato y el adoctrinamiento hayan logrado no sólo la desconexión de catalanes, vascos y otros del resto de España, sino también la desconexión y el hartazgo del resto de españoles, entonces, sólo entonces, será el momento de ir a por la independencia al contado, mediante una fórmula que permita que se lleve a cabo sin resistencia por parte de nadie.
Mientras, la otra mitad de la sociedad española se irá diluyendo entre el conformismo de algunos, los histrionismos de otros y el agotamiento de todos. Y no le quedará mas que apechugar y pagar la cuenta. Porque esta es la realidad, que encima esto irá a tocateja entre todos los españoles, de izquierdas, de derechas, de centro o mediopensionistas. Porque las letras las firman los de la coalición Frankenstein pero las abonaremos todos los españoles. O los que quedemos…
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