Las próximas elecciones autonómicas en Cataluña auguran un nuevo fracaso del constitucionalismo en nuestra querida región española. La división hipertrófica del centro derecha constitucional es la antesala de una mayoría nítida separatista si nadie lo remedia. Esta semana hemos conocido como el loable propósito de Cataluña Suma se ha ido al garete. Yo, personalmente, le hubiera cambiado el nombre pero hubiera hecho denodados esfuerzos por alcanzar una única candidatura democrática y constitucional.
Y sin embargo el PP ha desechado esa imprescindible oportunidad por puro interés partidista. Primero descartando a VOX y ahora a C’s. El régimen electoral prima la representación territorial en detrimento de la igualdad del voto y eso en la Cataluña interior hace que las tres fuerzas constitucionales pierdan opciones de conseguir escaños en provincias como Gerona o Lérida. No acierto a entender que ni siquiera se haya intentado seriamente esa posibilidad. De nada servirá que la debacle prevista para C’s suponga un mero trasvase de escaños en favor de PP o VOX.
Lo inteligente habría sido aunar esfuerzos para que la candidatura constitucional única obtuviera representación allí donde por separado no se logra. Eso sería especialmente motivador e ilusionante para todos los que estamos hartos del rodillo nacionalista que todo lo copa. El poder, los medios, los cargos, el dinero, la visibilidad, el oxígeno de la libertad. Por su frustración seguiremos siendo unos parias en la sociedad civil catalana. Tan solo se hablará de si uno dobla en escaños, otro irrumpe con fuerza y el otro se diluye. Victorias pírricas y desarme moral. ¿Tan difícil resulta aparcar los egos para unir esfuerzos? No debería serlo si la generosidad, la altura de miras y el interés general de los catalanes fueran la verdadera guía.
Pero, lamentablemente, parece que eso no va a suceder. Que la dinámica de ver quién queda primero de los tres se impondrá a la idea de desplazar al nacionalismo del poder. Recoger las migajas, continuar en la miseria, mantener unos pocos cargos. Sencillamente descorazonador. Cataluña necesita grandeza porque España se la juega aquí y ahora. Si los líderes del constitucionalismo no son capaces de verlo porque no quieren verlo cegados por competir inútilmente entre ellos, demostrarán su pequeñez y negligencia. ¡Siéntense, háblenlo y lógrenlo! Por Cataluña y por España.
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