El independentismo se encuentra alarmado. No por la llegada de una crisis económica que se presume devastadora, ni por los contagios del COVID-19 que tantas y tantas vidas está costando, no. Se encuentran en alerta por el catalán, que aseguran está “en fase absolutamente recesiva“.
Toda esta preocupación la ponen sobre la mesa el mismo día que el Congreso dio luz verde al acuerdo con Esquerra para barrer el castellano como lengua vehicular.
Especialmente se encuentran preocupados por el poco uso del catalán que llevan a cabo los jóvenes, según datos de los radicales de Plataforma per la Llengua en los institutos de zonas urbanas sólo el 14,6% de las conversaciones del patio sean en catalán.
Pero hay más datos que ponen de los nervios a los separatistas y es que por ejemplo en Barcelona y su área metropolitana solo el 35% de la población habla el catalán habitualmente.
Tienen alergia a la libertad de que los catalanes se expresen en el idioma que les dé la gana, y no quieren comprender que cuando cualquier cosa se intenta imponer acaba logrando el efecto totalmente contrario.
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