El jefe de prensa del Departamento de Interior, Joan Maria Piqué, no ha de dimitir, ha de ir a la cárcel. Porque el mensaje que difundió en su perfil de Twitter sugiriendo, de manera indirecta, a la revuelta armada para conseguir la independencia de Cataluña es un delito por la carga de odio que conlleva.
Piqué, que puede ser un fanático, pero no tonto, no lo ha hecho de manera directa, ha puesto un mensaje en el que textualmente no pide coger las escopetas, pero se entiende todo lo que pretende comunicar. No dice directamente “vamos a matar españoles”, porque no quiere acabar con sus huesos en Lledoners, y lo hace de manera indirecta, pero su mensaje sí que se puede entender que incita al odio.
No tenemos porque soportar que radicales separatistas amparados en la libertad de expresión de un país democrático como España se dediquen a difundir odio. Y es lo que Piqué, que cobra un buen sueldo público como jefe de prensa de una consejería, hace. No esperamos que su jefe, Miquel Buch, que es otro radical, le pida la dimisión.
Pero sí pedimos a la Fiscalía que abra las diligencias oportunas para detener a Joan Maria Piqué por incitar al odio. Y, si se hace una lectura amplia de su mensaje, por algo más. No olvidemos que el jefe de Piqué, Miquel Buch, es el jefe de diecisiete mil agentes armados. Y algunos pensamos que Piqué está incitando a una revuelta armada contra la democracia española.
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