El edificio histórico del Ayuntamiento de Barcelona, en el que el socialista Jaume Collboni tiene su despacho, hay un restaurante de uso interno, también para el alcalde. Hace semanas ya contamos como Collboni despidió a un cocinero por no poder acreditar el nivel C1 de catalán, además de un clarinetista de la orquesta municipal, un mozo de almacén y una técnica de laboratorio, entre otros.
El presidente de la entidad Convivencia Cívica Catalana Ángel Escolano, en declaraciones a este medio, nos ha relatado como Collboni también «despidió, hace un año, a una camarera por no tener el C1 de catalán cuando por contrato esta trabajadora no podía hablar con los clientes».
Exacto, no es una broma, la despiden por no tener el nivel C1, aunque los requisitos de este puesto de trabajo le impedía hablar con los comensales. Así es la Cataluña de Salvador Illa y Jaume Collboni, con el PSC aplicando el programa lingüístico de ERC, Junts y la CUP.
Escolano denuncia que este tipo de requisitos en la administración pública catalana «son una barrera para que solo pueden optar a los trabajos fijos aquellos que hayan pasado por el aro de la inmersión lingüística en la educación, porque a menudo se exigen requisitos lingüísticos desproporcionados para los puestos de trabajo a cubrir».
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