Tras casi dos años y cuatro meses de impunidad, el Departamento de Interior de la Generalitat ha acordado poner fin a partir del próximo sábado a los cortes independentistas en la avenida Meridiana que llevan produciéndose desde la sentencia del ‘procés’ en octubre de 2019. Las concentraciones, que no acostumbran a reunir a más de dos o tres docenas de radicales separatistas — algunos de ellos altamente violentos dado que han protagonizado agresiones verbales y físicas a periodistas, viandantes y conductores — se desplazarán a una plaza cercana.
A partir de este sábado la concentración estará autorizada en una plaza que conecta con el paseo Fabra i Puig, frente a la estación de Renfe. La Generalitat, insistimos, ha tardado más de dos años en tomar una decisión lógica: si un puñado de separatistas se quiere manifestar casi a diario — más de 650 cortes –, al menos que alteren la vida lo menos posible a los vecinos, viandantes y conductores. Ahora veremos si se cumple, porque los radicales seguro que intentarán cortarla de nuevo, y habrá que comprobar si los Mossos lo impiden.
Y es que la ANC, entidad fetiche del separatismo, ha dejado claro en un comunicado que “no entiende este cambio de criterio”, y afirma que el Govern tiene “la voluntad de limitar un derecho fundamental como es el de manifestación” y que pretende “promover la desmovilización del activismo en favor de la libertad y la independencia”. Y los radicales que protagonizan los cortes, Meridiana Resisteix, ha dicho en otro comunicado que “no nos callaréis”.
La postura del Govern, de tardar dos años y pico en atender las peticiones de los vecinos y comerciantes de la zona, aunque es inexplicable desde el punto de vista de respeto a los derechos de los vecinos, al menos tenía cierta lógica política, dado que los manifestantes que cortaban la Meridiana eran ‘su’ gente, y hasta Laura Borràs les ha apoyado de manera activa. Pero la postura del Ayuntamiento de Barcelona siempre ha sido vergonzosa.
Comunes y socialistas han permitido durante más de dos años que un puñado de radicales, que a menudo no pasaban de las veinte personas, alteraran de manera grave la convivencia de todo un barrio. Y, encima, desde un punto político se producía la paradoja que ni Colau ni Collboni se partían la cara por unos votantes que mayoritariamente son suyos, porque en esa zona ganan los partidos de izquierdas. Por eso no tiene sentido que Collboni sacara ayer pecho, cuando el PSC no ha jugado a fondo para evitar ese deterioro convivencial que se ha producido en la Meridiana durante meses. Colau es la máxima responsable de la inacción municipal, pero los socialistas no la han apretado lo suficiente.
Esperemos que los Mossos impidan nuevos cortes. Ojalá la pesadilla de la Meridiana haya llegado a su fin y los comerciantes y vecinos puedan respirar tranquilos. Aunque, hasta que lo veamos, no nos lo creeremos, dado el fanatismo de Aragonès y de los integrantes del Govern. Eso sí, queremos destacar la labor de Meridiana sin cortes, plataforma vecinal que plantó cara a esos totalitarios que cortaron más de 650 veces esta avenida. Y a los políticos como Josep Bou, Joan Garriga y Anna Grau, entre otros, que han apoyado a los vecinos en sus protestas ante los abusos separatistas.
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