La movilidad en Barcelona se ha convertido en uno de los principales focos de malestar entre ciudadanos, trabajadores y comerciantes. A medida que el Ayuntamiento que dirige el socialista Jaume Collboni ha intensificado las restricciones al tráfico privado con el objetivo de reducir la contaminación, la realidad diaria para miles de personas se ha vuelto más complicada. Circular por la ciudad nunca fue fácil, pero hoy parece una tarea casi imposible.
Las zonas de bajas emisiones, los cortes puntuales de calles, la proliferación de carriles bici en vías principales y la reducción del espacio para los coches han generado una sensación generalizada de caos. Muchos conductores denuncian que los cambios se han hecho sin una planificación realista y con escasa alternativa para quienes necesitan desplazarse en vehículo privado por motivos laborales o personales.
A esto se suma el estado del transporte público. Aunque Barcelona cuenta con una red de metro y autobuses amplia, no siempre responde con eficacia al aumento de demanda. Las aglomeraciones en horas punta, las averías puntuales y la falta de frecuencia en algunos barrios periféricos hacen que muchos usuarios se sientan desatendidos. Además, la integración tarifaria no ha resuelto del todo los problemas de conectividad con el área metropolitana.
Las bicicletas y los patinetes eléctricos, promovidos como alternativa sostenible, tampoco están exentos de polémica. La falta de regulación clara, la convivencia con peatones en algunas zonas y los accidentes en cruces mal señalizados han generado conflictos que todavía no han sido resueltos del todo por las autoridades municipales.
El reparto de mercancías vive una situación igualmente crítica. Las restricciones al acceso de furgonetas en horario comercial, la eliminación de zonas de carga y descarga en barrios céntricos y la falta de alternativas realistas impactan directamente en el comercio local, que ve cómo los proveedores tienen más dificultades para operar.
Desde el Ayuntamiento, se defiende que las medidas adoptadas buscan una ciudad más verde, saludable y alineada con los objetivos europeos de sostenibilidad. Sin embargo, muchos ciudadanos consideran que el modelo impuesto ignora la diversidad de realidades y que, lejos de fomentar un cambio progresivo, se ha forzado una transformación urbana sin consenso ni transición adecuada.
NOTA: En estos momentos de crisis y de hundimiento de publicidad, elCatalán.es necesita ayuda para poder seguir con nuestra labor de apoyo al constitucionalismo. Si pueden, sea 2, 5, 10, 20 euros o lo que deseen hagan un donativo aquí).
necesita tu apoyo económico para defender la españolidad de Cataluña y la igualdad de todos los españoles ante la ley.

















