
El pasado 15 de abril diversos medios de comunicación de Tarragona publicaban en portada titulares como este: “El Arzobispado de Tarragona pide perdón a las víctimas del franquismo. Abre la puerta a facilitar el acceso a los archivos y la apertura de fosas comunes”. Así lo expresó, entre otras cosas, públicamente el nuevo vicario general Joan Àguila Chavero, el pasado 14 de abril (aniversario de la proclamación de la II República) rodeado de banderas republicanas, así como de diversos concejales y líderes locales del PSC, ERC , Podemos y Junts, en el homenaje anual a las víctimas de la represión franquista que se viene celebrando en el cementerio de Tarragona.
Manifestó la voluntad del Arzobispado de mostrar su proximidad hacia las víctimas de la represión franquista y colaborar al máximo con la asociación de familiares que las representa. El vicario general, sin embargo evitó hacer la más mínima mención a los casi nueve mil asesinatos (de estos 2.437 religiosos y 4 obispos) que se produjeron en la Cataluña del Front Popular presidida por Lluís Companys. Solo en la Archidiócesis de Lérida fueron asesinados 270 clérigos y un obispo (un 65% del total), en la de Tortosa 316 religiosos (el 62%), dos de los porcentajes más altos de toda España y en la de Tarragona fueron asesinados 141 (el 32,4%).
Igual piensa, como los izquierdistas y separatistas, que estos bien muertos están. Es decir, el Arzobispado pide perdón a los herederos de los verdugos de la propia Iglesia. Hay que recordar que durante la República y en la Guerra Civil el principal punto en común que tenían las izquierdas era exterminar a la Iglesia y en esa tarea se emplearon a fondo, asesinando y destruyendo templos sin piedad.
Este tipo de actos se vienen celebrando bajo el amparo primero, de la llamada “Ley de la Memoria Histórica” de Zapatero (2007) y ahora bajo, la mal llamada “Ley de Memoria Democrática” con la que tratan de imponer unos determinados mitos sobre la república y el franquismo, volviendo al revanchismo y el siniestro guerracivilismo que se intentó enterrar con los acuerdos de la Transición, con la diferencia de que entonces muchos de aquellos políticos que apostaron por la concordia y la reconciliación, tuvieron muy presente en la memoria lo que fue la guerra civil pues, la habían vivido.

En los últimos años la izquierda y los separatistas, que en este tipo de leyes totalitarias han ido de la mano, tratan de resucitar y utilizar este tema como arma arrojadiza y como propaganda política, eso sí, después de haberse ocupado, a través de sus múltiples tentáculos, de falsificar, manipular y ocultar, determinados hechos históricos para tratar de imponer así como decíamos, un determinado relato, en el que los republicanos del Front Popular serían los buenos y los franquistas los malos muy malos; relato con el que la Iglesia catalana, viene colaborando plenamente, con el que se pretende borrar de la memoria una parte de su propia historia.
En años anteriores ya había asistido a este tipo de actos de carácter republicano y de homenaje (solo) a las víctimas del franquismo, el entonces vicario general Mons. Miquel Barbarà, aunque en sus declaraciones había sido algo más moderado. Desde hace ya algunas décadas, sectores importantes de la Iglesia yendo más allá del evangélico: “Y al que te hiriere en la mejilla, dale también la otra”, se han ido posicionando claramente contra los que habían sido en realidad sus salvadores en la guerra y empezaron a confraternizar y apoyar a los que habían sido sus verdugos. Integrándose o colaborando muchos clérigos abiertamente, con organizaciones de izquierda y separatistas,
Podría poner infinidad de ejemplos, pero por razones de espacio, quiero dar ahora unas breves pinceladas sobre la figura del actual Arzobispo de Tarragona y Primado de las Españas, Joan Planellas i Barnosell, y de su nuevo vicario general (segunda autoridad del Arzobispado), Joan Àguila Chavero (como suelen decir en Dolça Catalunya: “si us plau, passi pel catalanitzador de cognoms”).
Joan Planellas fue nombrado Arzobispo de Tarragona el 4 de mayo de 2019, siendo entonces Decano de la Facultad de Teología de Cataluña. Era considerado uno de los curas catalanes próximos al independentismo. En septiembre de 2015, tuvo su “momento de gloria” pues, siendo rector de varias pequeñas parroquias del Empordà, entre ellas la del pueblo de Jafre, permitió que ondeara una estelada del campanario de la iglesia y cumplió la orden de hacer sonar las campanas de la iglesia a las 17,14 h. tal como habían exigido las fuerzas políticas separatistas. Este hecho provocó la protesta pública de la familia del dramaturgo Albert Boadella que reside en dicho pueblo, según Dolors Caminal (esposa de Boadella) el clérigo, ante su protesta, les respondió: «He hecho lo que el pueblo me ha pedido. Y si no os gusta la bandera del campanario, vosotros podéis poner la bandera española en vuestro balcón».
Una manera de responder impropia para un pastor de la Iglesia católica y sobre todo una actitud nada neutral y de total sumisión a las fuerzas políticas secesionistas. Además nunca tuvo la más mínima empatía, ni levantó su voz, ante el acoso y los reiterados ataques (llenos de odio) que venía sufriendo la familia Boadella en el pueblo por parte de los más fanáticos separatistas.
Su nombramiento sorprendió en ciertos círculos eclesiásticos al no tener un previo «entrenamiento episcopal» en una diócesis más pequeña, como era lo habitual, En este sentido, en aquel momento había sonado con mucha fuerza el nombre del obispo de Barbastro, Don Ángel Pérez (que además habla perfectamente catalán). Pero estos rumores pusieron en pie de guerra a los escuálidos pero muy influyentes círculos católicos ”estelados”, que escandalizados ante esa posibilidad, pusieron el grito en en el cielo e incluso organizaron el 23 de marzo una concentración de rechazo en la explanada de la Catedral de Tarragona (a la que asistieron casi más medios de comunicación que asistentes, unas 8 o 9 personas), desplegando una pancarta con el viejo grito de «Volem bisbes catalans!» en la que podía leerse “Ni de Barbastre, ni valencians. Volem bons bisbes catalans!». Querían “un català de debò” (sólo les faltó decir de raza catalana). La xenófoba plataforma “Volem bisbes catalans”, con la elección de Planelles por parte del Vaticano, mostró públicamente su gran satisfacción.
En junio del año 2023, el obispo Planellas nombró para su cada vez más paupérrima diócesis a Joan Águila Chavero, como nuevo vicario general (con amplias funciones). Decir que Joan Àguila, juró su cargo en este solemne acto, celebrado en la capilla episcopal (como pueden ver en la foto) como si se fuera de excursión. Mosén, Àguila, fue uno de los 400 sacerdotes catalanes que estampó su firma en el manifiesto independentista de septiembre de 2017. En una entrevista que le hizo “Flama” (Agència cristiana de notícies), poco después de ser nombrado vicario general, nos dejó algunas perlas muy clarificadoras.
El titular de la entrevista fue “L’Església també ha de reclamar drets com els que vol l’independentisme”. A la pregunta sobre si las misas deben ser siempre en catalán dirá: “Se tiene que procurar que la gente se sienta acogida e integrada con la lengua del país. En este caso, el catalán. Sin embargo, en Valls optamos por la fórmula de hacer una misa al mes en castellano en una de las iglesias, para que los extranjeros pudieran continuar formando parte de la Iglesia”. A este respecto quisiera recordar al vicario general que según datos de la propia Generalitat el 53% de los catalanes tienen como lengua materna el castellano y el 31% el catalán, pero todas las publicaciones del Arzobispado incluido el Full Dominical (Hoja Dominical) son exclusivamente en catalán.
Respecto a la pregunta «¿A usted y al arzobispo Joan Planellas se los ha colocado a menudo dentro del mismo saco de estar a favor del proceso independentista. Cómo se vive con esta etiqueta?». Dirá “es agotador. (…). Creo que la Iglesia se tiene que posicionar y yo no me puedo permitir el lujo de no levantar la voz para reclamar unos derechos como los que reclama, también, el movimiento independentista. Pienso que tengo todo el derecho de decirlo; también, porque la gente de nuestras parroquias que piensa así se pueda sentir representada por alguien, puesto que, si no, siempre se siente huérfano”.
La Iglesia catalana ha sido y es, un importante instrumento de promoción del separatismo, lleva décadas predicando y exhibiendo, la ideología y la simbología independentista; hacen suyo el lema “una sola llengua i un sol poble” menospreciando a los fieles no nacionalistas castellanoparlantes, a los que considera de segunda categoría. Y se considera en gran medida como algo ajeno a la Conferencia Episcopal Española (que, por cierto, prefiere mirar, ante todo esto, para otro lado).
No parece importarles que sus templos y sus seminarios estén prácticamente vacíos, con lo cual paradójicamente se están viendo obligados a echar mano de nuevos sacerdotes hispanoamericanos. Cataluña es la región española con el menor número porcentual de católicos y de estos los que van a la iglesia cada semana no llegan al 7%, mientras un 53% de musulmanes (que en pocos años llegarán al millón de fieles en Cataluña) si acude a la mezquita. ¿Quo vadis, Iglesia catalana?
De momento, nada más que decir, Eminentíssim i Reverendíssim Sr. Arquebisbe de Tarragona.
Salvador Caamaño Morado (autor del libro “Tarragona 1936. Terror en la retaguardia”)
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