
En la madrugada del 15 de octubre de 1940, es decir hace justo ahora 80 años, el líder de ERC y Presidente de la Generalitat -entre 1933 y el 7 de octubre de 1934 y entre 1936 y 1939- Lluís Companys, moría fusilado en el Fossar de Santa Eulàlia del castillo de Montjuïc “como responsable en concepto de autor por adhesión del expresado delito de rebelión militar”. Así lo dicen en la sentencia fechada el 14 de octubre de 1940, los siete miembros del tribunal militar del régimen franquista que lo juzgaron: Manuel González, Federico García Rivera, Fernando Giménez Sáenz, Rafael Latorre, Gonzalo Calvo, José Irigoyen y Adriano Velázquez.
Entre los principales testigos de cargo de la acusación en la causa (Nº23468-1940) contra Lluís Companys, se encontraban tres significados catalanes: Josep Tàpies Mestres, el padre del célebre pintor Antoni Tàpies, uno de cuyos lienzos de gran formato preside la sala donde se reúne el Govern de la Generalitat; Carlos Trías Bertrán, tío de Xavier Trías, el último alcalde convergente de Barcelona, y el tercero de estos importantes testigos de la acusación fue el reputado doctor Joaquim Maria Balcells i Serch.
“¡Por Cataluña!”, gritó Lluís Companys justo antes de morir. Desde ese momento, un personaje siniestro como él sería convertido en héroe y mártir del nacionalismo.
Pero hoy nadie recordará que entre 1936 y 1939 en la retaguardia de la Cataluña presidida por Companys, se cometieron tremendas atrocidades. Nadie recordara las terroríficas checas de Barcelona, ni los terribles barcos prisión (Uruguay, Rio Segre, Isla de Menorca…). Nadie recordará que mas de 4000 iglesias y conventos fueron devastados y que 2.437 religiosos – 4 de estos obispos- fueron asesinados. Siendo, según Paul Preston o Josep M. Solé i Sabaté (historiadores poco sospechosos de ser profranquistas), un total de 8.352 las personas asesinadas en Cataluña. El doble de las producidas por la posterior represión franquista. Todos estas victimas no recibirán homenaje ninguno, pues para muchos, bien muertos están.
Josep Recasens i Mercadé, que fue miembro del Comité Nacional del PSOE por Cataluña y fundador de la Agrupación Socialista de Reus, dijo en sus memorias (“Vida inquieta: combat per un socialisme català”. Ed. Empuries, 1985) en relación al fusilamiento de Companys: “Al hombre despreciable [por su acción de gobierno durante la guerra], lo han convertido [los franquistas] al fusilarlo en mártir. Ante su sacrificio, nos tendremos ahora de inclinar conmovidos…” (p.154)”.
Hoy separatistas e izquierdistas de toda índole, rendirán grandes homenajes en avenidas y plazas que llevan su nombre en todos los rincones de Cataluña, a un personaje tan “despreciable” (en palabras de Josep Recasens) como Lluís Companys. Y lo más triste es que a estos homenajes, como siempre, asistirá una buena representación del PSC. En fin, como se dice en el Quijote: “Ruin sea quien por ruin se tiene”.
Salvador Caamaño Morado
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