Los separatistas coactivos que señalan, acosan y amenazan a los catalanes que no piensan como ellos desean una ‘Republica’ compuesta por ciudadanos que aplauden que una profesora agreda a una niña en Terrassa por dibujar una bandera de España, como pasó hace unos meses, y que al final provocó que esta alumna haya cambiado de colegio, o que insulten, como ha pasado esta semana, a una chica por llevar una mascarilla con una rojigualda.
Es la ‘República’ que riega con dinero público a asociaciones que se dedican a ‘señalar’ los comercios que atienden o tienen los rótulos en castellano, para que los multen o para que los vecinos no vayan a comprar allí por ser “poco afectos” a la causa secesionista; es la que llena los hospitales y los colegios de símbolos separatistas, sin importarles los sentimientos de los catalanes que se sienten españoles.
Basta con ver las imágenes del centro de Barcelona ardiendo, o las barricadas con fuego en autovías y carreteras. O la delegación de la Agencia Tributaria en Lérida en llamas. O el aeropuerto de Barcelona asaltado por una turba. O el bloqueo de la AP-7 en La Junquera y tendremos que concluir que la única manera de vencer al totalitarismo violento es denunciando sus abusos, para defender la democracia y la libertad.
No todos los secesionistas son violentos, pero muchos se dejan arrastrar y amparan o justifican estos comportamientos inaceptables en una sociedad civilizada.
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