Los catalanes libres de nacionalismo han de recuperar la esperanza de que es posible ganar al separatismo. Es imprescindible construir una alternativa social, desde la firmeza en la defensa de la democracia que sirva de apoyo a los partidos políticos que deseen defender la unidad del país y la igualdad de todos los españoles, sin que haya ciudadanos de primera y de segunda.
Todos aquellos que piensen que Cataluña es algo «diferente» al resto de España y que merece «privilegios» para que su «sensibilidad» sea «atendida» están comprando el discurso del separatismo. En Cataluña viven ciudadanos españoles que han de tener los mismos derechos y obligaciones que los de las otras comunidades autónomas. Sin excepciones basadas en algún mito telúrico o una leyenda interesada.
Mientras la Generalitat de Cataluña trabaja, malgastando el dinero público de todos los españoles, para crear ciudadanos de primera, y ciudadanos de segunda, no se les planta cara y no se les responde desde la Administración General del Estado. No es un problema de un partido en concreto, es un fenómeno que pasa desde hace décadas, porque la presencia del Gobierno de España en estas dos comunidades es cada vez menor, y los aparatos de propaganda de JxCAT, CUP o ERC están consiguiendo que todo lo que suene a “España” sea para muchos catalanes lo mismo que “dictatorial”.
Hay que dejar de hacer seguidismo del separatismo. Hemos de desterrar su cosmovisión, y su lenguaje, de la agenda de la España democrática. El tribalismo atenta contra la igualdad de derechos de todos los ciudadanos.
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