
Jorge Bustos (Madrid,1982) es el responsable de opinión el diario El Mundo desde septiembre de 2017, y es colaborador habitual de otros medios, como la Cadena COPE. Es uno de los columnistas que denuncia, con frecuencia, los abusos de los nacionalismos periféricos como actores que buscan convertir a buena parte de la población de sus territorios en ciudadanos de segunda.
¿Por qué hay que ir a la manifestación que Escuela de Todos organiza este domingo en Barcelona?
Porque los constitucionalistas no pueden conformarse con que no se den golpes de Estado. Eso sería caer en el síndrome de Estocolmo, capital de Cataluña. Hay que aspirar a la igualdad real ya. Empezando por la restauración del bilingüismo en las aulas.
¿Nos jugamos la igualdad de los españoles ante la ley?
Exactamente. La distensión de los separatistas es una falacia: están divididos, sí, pero mientras se pelean sigue aplicando su rodillo cultural cotidiano.
¿Es la Cataluña separatista que prohíbe el español en la escuela similar a la Alabama segregacionista de los años 50?
Toda analogía supone una parte de similitud y una parte de diferencia. El apartheid lingüístico en Cataluña es una analogía correcta porque, aunque la vulneración sistemática de los derechos lingüísticos no comporta trabajo esclavo ni azotes con látigos, no deja de perpetuar una diferencia de castas entre el buen catalán, privilegiado por el poder nacionalista en su acceso a la Administración y a la vida oficial y cultural, y el mal catalán, que reclama su castellano materno al amparo de la Constitución.
¿Cómo definiría la labor de Escuela de Todos?
Cuando desde Madrid sintamos lejana la lucha del constitucionalismo catalán, basta pensar en la labor de Escuela de Todos y otras entidades heroicas para recobrar el ímpetu guerrero.
¿Es necesario que haya padres como los de Canet que se conviertan en héroes, jugándose el tipo?
No es justo pero tampoco hay otra opción, me temo. Una sociedad que obliga al heroísmo a un padre por el mero hecho de reclamar lo que le corresponde es una sociedad enferma, no una democracia plena.
¿Es tan importante la manifestación del domingo como la del 8 de octubre de 2017?
Lo es más que nunca, precisamente porque ahora el peligro es menos evidente, pero sigue ahí.
¿Qué le dirías a aquellos españoles que piensen “esto no va conmigo”?
Que eso mismo decían los colombianos, los argentinos, los venezolanos y casi casi los chilenos. Los derechos van siempre con nosotros, o de lo contrario nos merecemos que nos los quiten.
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