Publicamos este testimonio de un padre desconsolado después que su hija fuera agredida por un piquete durante la “huelga de país” del 3 de octubre.
“Mi hija ayer fue a su trabajo en la moto a llevar el parte de baja. De camino a casa subió por Fabra i Puig y se encontró de frente con un grupo de piquetes o mini manifestación. Redujo velocidad e intentó atravesar la con cuidado. La patearon, escupieron, la llamaron asesina, facha y le dieron un susto de muerte. Los organizadores le pidieron disculpas y le dijeron que aquello se les estaba yendo de las manos. La gente que pasaba la consoló y la Guardia Urbana la ayudó”.
“Eso sí, llegó a casa con un ataque de nervios y llorando. Hoy es el segundo día que me llama llorando. Sus amigas íntimas, veinte años juntas, le dicen exagerada y que explicando esto que le ha pasado esta atacando y ofendiendo a Cataluña. Mi hija está desconsolada y me dice que quiere salir de allí, que no aguanta toda esa mierda de gente chiflada y paranoica”.
“Y ahora yo, ¿qué tengo que pensar? ¿Con qué legajos del siglo XIII me tengo que limpiar los mocos? ¿Con quién tengo que dialogar qué? ¿A quién no tengo que llamar totalitario insensato después de años advirtiendo que esto iba a pasar y luchar para que no pasara? Esto es para mucho más que cuatro caricias de dos brigadas de policías. Esto es para coger de una puta vez a los agitadores y meterlos en la trena, y como en Francia y en Bélgica, poner un camión con soldados en cada barrio o esquina relevante para que se acabe de una puta vez la tontería”.
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