Felipe VI ha hecho lo correcto dando a Alberto Núñez Feijóo la oportunidad de presentarse a la investidura. No tanto por ser el candidato que ganó las elecciones — en la nota de prensa que hizo pública la Casa Real tras la ronda de consultas ya se indica que es una costumbre que no tiene porque decaer al no existir hoy una mayoría alternativa suficiente — sino porque tiene atados más apoyos que Pedro Sánchez.
A pesar de la intensa campaña de presión que el poderoso aparato mediático controlado por los socialistas ha llevado a cabo para que fuera Sánchez el designado para presentarse a la investidura, Felipe VI ha actuado de manera lógica teniendo en cuenta que algunos de los partidos que el candidato socialista necesita para ser presidente aún no le han garantizado su apoyo.
Que los socialistas no culpen al Rey de lo que es exclusiva responsabilidad de PNV, ERC y Junts, que están mareando la perdiz para conseguir el máximo beneficio por sus votos. Si Sánchez quería ser el primero en intentarlo tenía que haber conseguido el apoyo explícito de los que pueden ser sus socios. Pero cuando se negocia con lo peor de la política española, con chantajistas políticos, pasan estas cosas.
Los socios presentes y futuros de Sánchez solo tienen como objetivo destruir España al mismo tiempo que consolidan sus taifas en las que privan de derechos civiles a los ciudadanos que no son independentistas. No se puede esperar ni lealtad ni sentido institucional de unas formaciones que son puro supremacismo y clientelismo político.
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