El escritor barcelonés Juan Marsé ha fallecido el sábado por la noche en el Hospital de Sant Pau a los 87 años. Es autor de obras tan reconocidas como ‘Si te dicen que caí’, ‘Últimas tardes con Teresa’ o ‘El amante bilingüe’.
Marsé es uno de los integrantes de la ‘generación de los 50’ junto a otros escritores como Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma, Manuel Vázquez Montalbán, Eduardo Mendoza o Juan Goytisolo.
Ganó en 1964 el premio Biblioteca Breve con ’Últimas tardes con Teresa’ y consiguió el premio Cervantes en el 2008. También ganó el Planeta (1978) y el Nacional de Narrativa (2001).
Este autor destacó por su compromiso a la hora de denunciar los abusos del separatismo catalán. Por ejemplo, en una entrevista en El Periódico, recogida por Dolça Catalunya, dijo lo siguiente sobre la obsesión monolingüe del secesionismo radical catalán:
“Cataluña es un país de fantasía. Las aspiraciones de los adictos al prusés están proyectando una Cataluña que no existe. Todo es un disparate. Estoy harto y aburrido de hablar tanto del asunto. Lo último, este manifiesto de 250 hombres sabios y doctos para eliminar el bilingüismo. ¿Quién puede negar que es mejor tener 2, 3 ó 4 lenguas que una? ¿Cómo en una familia donde se mezclan el catalán y el castellano van a renunciar al segundo? ¿A quién se le ocurre? ¿Con qué derecho? Yo hablo y escribo la lengua que me sale de los huevos”
En una declaraciones al diario El País, dejó clara su postura sobre el referéndum ilegal que Puigdemont intentó organizar el 1 de octubre de 2017: “Lo que se propone el Govern es rigurosamente incompatible con un Estado de Derecho. No necesito otro argumento para rechazar tal propuesta”.
Y en la misma entrevista fue más allá, y opinó sobre Puigdemont y su acción de gobierno: “Está bien claro: que un grupúsculo antisistema como la CUP, una panda de impresentables llenos de estulticia y roña ideológica, tenga agarrado al despeinado president Puigdemont por los cataplines y pueda determinar los presupuestos generales de la Generalitat y las derivas más delirantes (como pedir que la Catedral de Barcelona se convierta en un mercado) que adornen el proyecto de secesión, muestra hasta qué punto la sociedad catalana está abocada al futuro más incierto, ridículo y calamitoso”.
Y dijo que le repugnaba “el relato maniqueo del Govern, la desvergüenza y la impunidad con la que Puigdemont y Junqueras mienten al hablar en nombre del pueblo, al apelar reiteradamente y del modo más miserable del mandato del pueblo que dicen haber recibido”.
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