No he tenido la fortuna de hablar con Manuel García, el hostelero de Blanes que ha sido acosado salvajemente, tanto personalmente como en las redes sociales, por secesionistas radicales, simplemente por negarse a que pusieran lazos amarillos en su restaurante, en el que, por cierto, según me han dicho muchos amigos que han ido – yo lo tengo pendiente – se come muy bien.
No sé cómo piensa. Ni que vota, si es que vota. Y, de hecho, me da igual lo que opine sobre la Constitución, los partidos políticos y la vida en general. Lo que sí tengo claro es que España es un país libre y democrático, y que tiene todo el derecho del mundo a negarse a que llenen de propaganda secesionista su local. Y algo que debería ser entendido por cualquiera le ha creado un buen número de problemas.
Los secesionistas hace años que se han apuntado al “o estás conmigo, o estás contra mí” de los ultras de los equipos de fútbol. O llevas lazo amarillo, o no eres demócrata. O permites que llenemos tu portal, tu tienda, tu calle de esteladas y de lacitos, o eres un enemigo del pueblo catalán. O vas a las manifestaciones del 11 de septiembre, uniformado y con las consignas bien aprendidas, o no formas parte de ‘su’ sociedad.
Por eso Manuel García, como los que retiran lazos amarillos todas las noches, como los que dan la cara cada día en entidades cívicas, como los que contrarrestan en redes sociales la propaganda secesionista son muy importantes. Son símbolos de la libertad, de la resistencia contra una ideología totalitaria que aspira a uniformizar la sociedad catalana y a expulsar del sistema político a los que no acepten sus postulados.
Ya se vio durante los plenos de la vergüenza del 6 y 7 de septiembre de 2017 en el Parlament cuál es su proyecto: el “todo vale”, el violar cualquier control democrático, el retirar los derechos políticos a los que no estén de acuerdo con su plan de ruptura. Contra eso nos oponemos. No queremos ser ciudadanos de segunda en nuestra tierra. No queremos ser expulsados de un país democrático para formar parte de una dictadura de baja intensidad.
De ahí la importancia de dar apoyo a todos los “Manueles Garcías” que hay en Cataluña. En ‘Usted puede salvar España’ (y perdonen la autocita de mi libro) defiendo la importancia de que todos los constitucionalistas nos movilicemos. Los de aquí, y los del resto de España. Es importante que creemos una red de asistencia mutua para que todos los que dan la cara se sientan arropados. Si no es así, cundirá el desánimo ante la agresividad secesionista y nos ganarán.
Ellos lo tienen claro. Nosotros también. Ellos tienen un plan que siguen a rajatabla y están muy organizados. Nosotros, no tanto. Comencemos por lo básico: arropar a los valientes que dan la cara por todos los catalanes que nos sentimos españoles y por los que, sin tener tan arraigado este sentimiento, tienen claro que el secesionismo catalán es un peligro para la democracia. Ayudemos a todos los “Manueles Garcías”, a todas las entidades que dan la cara, a todos los activistas. Así, acabaremos ganando a la intolerancia.
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