“Honor a todos los que dieron la vida por España”. Este es el mensaje de la placa que preside el patio del barcelonés cuartel del Bruch, situada en el mástil en el que ondea la bandera nacional. Desde Cataluña nunca deberíamos olvidar esta máxima, el reconocer el valor de los que se sacrificaron por todos nosotros.
Tenemos en Cataluña un gobierno autonómico golpista, cuya máximo interés es destruir todos los lazos que unen a los catalanes con el resto de españoles. Cada día trabajan para ello, y lo hacen con constancia y volcando todos los recursos públicos que sean necesarios, sea en la educación o en los medios de comunicación.,
Ahí está esa TV3 y esa Catalunya Ràdio que nos cuestan más de trescientos millones de euros anuales de dinero público, medios que se dedican en cuerpo y alma a sembrar rencor y división. Sus ‘jefes’ en los partidos separatistas son los que, durante la pandemia, acusaron a “España” de sembrar “paro y muerte”, porque “ellos” hubieran gestionado mejor la emergencia sanitaria, pero “España” no les dejó. Ya se vio en las residencias de ancianos, en las que se vivió una masacre ante la inoperancia de las consejerías que detentaba ERC y la inutilidad galopante de Quim Torra, el peor presidente de la Generalitat con diferencia.
El separatismo solo sabe despreciar, como demuestra cada día en su persecución a la lengua española. A los dirigentes de los partidos y asociaciones secesionistas no les importa vulnerar los derechos civiles de millones de catalanes castellanoparlantes, privando a los niños de educación en su lengua materna, y persiguiendo a los profesores que ‘osan’ hablar en español a sus alumnos.
En una Cataluña en la que cerca de la mitad de la población está instalada en el rencor hacia España, instigada por los poderes políticos, mediáticos y económicos que controla el independentismo, conviene recordar que hay muchos, como los agentes de la Guardia Civil, Policía Nacional o los miembros de las Fuerzas Armadas, que son el último bastión frente a la sinrazón de los secesionistas que nos quieren convertir en ciudadanos de segunda.
Por eso hay que honrarles, porque ellos cumplirían el mensaje de la placa del Bruch, y darían la vida por todos nosotros, por defender nuestros derechos, frente a la barbarie de los radicales secesionistas que, si por ellos fueran, nos expulsarían de Cataluña. De ahí el “coge la maleta y vete ya fuera de aquí” que tanto abunda en la boca de los independentistas cada vez que un catalán constitucionalista denuncia sus abusos. Honor y gloria a los que nos defienden frente a los que nos querrían borrar de esta tierra que es más nuestra que suya, porque los constitucionalistas no queremos echar a nadie.
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