Había hambre de Los Gandules en Cataluña, ausentes desde hace meses a causa de la pandemia. No fue en su tradicional guarida barcelonesa, la sala Sidecar, sino un recinto al aire libre en Canovelles, el parque de Can Carrencà, con motivo de su fiesta mayor.
Al llegar, parecía cualquier cosa menos un concierto de este divertidísimo grupo. Dos probos funcionarios te tomaban nota de los datos, te invitaban a ponerte gel hidroalcohólico y luego te dirigían hacia unas sillas separadas unas de otras. Nada que ver con mi tradicional carrusel de cañas y bravas previo a sus conciertos. El Covid no respeta ni lo más sagrado.
Pero allí estábamos sus fieles. Y allí estaban ellos. Y sus latas de cerveza sobre el escenario. Y eso era lo que importaba. En el recinto había una buena entrada, considerando que entre unos y otros podían pasar varios patinetes en fila. y los asistentes no pararon de corear los himnos y latiguillos de un grupo que se ha hecho un buen número de fieles en todo el país.
Fue un buen concierto. Acompañado de una banda compuesta por Ms. Tulipa (con su sombrero lámpara) y Passepartout (con un tocado a base de marco de cuadro), con un correcto equipo de sonido y de luces, y con muchísimas ganas de agradar. Tobo y Dun estuvieron brillantes, como siempre, y sus chascarrillos y humoradas alegraron a un personal que deseaba reírse. Como es habitual, jugaron con las rivalidades locales, en este caso entre Canovelles y Granollers.
Sus versiones de mega-hits con letras divertídisimas les han servido para hacerse un hueco en el siempre difícil panorama musical nacional. Durante el concierto, el «Si Gagarin levantara la cabeza» (más conocida como «la Nasa»), el «Cuídame el gato» o el imprescindible mix «La década apestosa», excitaron a un público entregado.
No faltó la coreografía chusco-pop de «Aquellos cachondos líderes del Este» y, por supuesto, en la fase de bises – con permiso de la autoridad competente – el himno de la Transición gandulera («Ese loco material»), cerró el concierto.
El público se quedó con las ganas de más, pero hay toque de queda y ya se sabe que el Covid a partir de la una de la madrugada es más activo y letal que cuando vas a las ocho de la mañana en el metro apretujados como en latas de sardinas. Ahora solo queda desear que vengan por estos lares cuanto antes mejor. Y ojalá sea sin toque de diana y sin mascarillas.
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