A los aficionados pericos nos va a tocar amarrarnos los machos para afrontar una temporada que va a ser muy complicada. Aunque hayamos tenido suerte en los anteriores cinco descensos al subir tras solo una campaña en Segunda, no podemos dar por hecho que será algo rápido e indoloro. Al contrario, los ejemplos de equipos históricos como el Deportivo, el Racing o, sobre todo, el Zaragoza, que tras descender han estado años y años deambulando por las categorías inferiores del fútbol profesional, nos han de servir de aviso.
De momento hemos ‘disfrutado’ de dos partidos bastante malos, y me temo que va a ser la tónica de la temporada. Porque el buen juego no es la tónica que veremos en Segunda. Contra el Albacete solo rascamos un empate tras una segunda parte para olvidar en la que no supimos cerrar el partido, y contra el Racing, en un estadio perico vacío, tuvimos más acierto ante un rival más flojo, pero sin que mostráramos ninguna superioridad aplastante. Muchos rivales nos considerarán el rival a batir, pero por lo visto en el terreno de juego igual nos cuesta mantener esa etiqueta.
Si queremos ser el club más potente de la categoría, pero de verdad, no solo de nombre, hemos de seguir fichando. Pere Milla nos ha mostrado detalles de calidad y el resto de las incorporaciones ya veremos como nos salen. Pero hemos de construir un equipo de garantías que pueda mantener la tradición de estar solo un año en Segunda. Si no, estaremos jugando a la ruleta rusa, por eso hemos de apurar hasta el último minuto del mercado de verano.
Y tras el ascenso tocará replantearse reorganizar el club para dejar de ser un club ‘familiar’, que es la excusa para ser un equipo conformista que vive lamentándose por tener un vecino tan poderoso como el Barça, o si de una vez por todas nos quitamos los complejos y jugamos fuerte para ser un equipo que sea considerado y temido. Y no como nos pasa ahora, que nos ignoran las instituciones catalanas y las del resto de España ni reparan en nuestra existencia.
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