Los grandes sindicatos catalanes están copados por el secesionismo y han cambiado las banderas de las reivindicaciones laborales por las propias del nacionalismo, y aunque parezca que en los últimos años han bajado el pistón, a la que pueden demuestran que son compañeros del viaje del independentismo.
La situación de UGT es especialmente grave: un sindicato teóricamente socialista, con bases socialistas, tiene como secretario general — Camil Ros — a un extremista secesionista que fue uno de los líderes en su juventud del grupo juvenil más radical entre los grandes partidos: las Juventudes de ERC.
Ros ha convertido un sindicato ‘de clase’ en un sindicato afín al separatismo. Pero Comisiones Obreras no se ha quedado atrás a la hora de apoyar todo tipo de manifestaciones y manifiestos a favor de las proclamas secesionistas.
Es normal, son dos sindicatos clientelares, que dependen del erario público y en Cataluña el erario público se llama “Generalitat” y la domina el nacionalismo.
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