El separatismo, el gubernamental y el de la gasolina, tiene la mala costumbre de comparar a Cataluña con otros países o regiones que tienen, o han tenido, conflictos territoriales. Y, por supuesto, a España. Así, Cataluña ha sido Lituania, Estonia, Letonia, Kosovo, Irlanda, Quebec o Escocia, mientras España era Turquía, la Alemania nazi, la Italia de Mussolini o cualquier régimen totalitario real o de ficción.
Hace unos meses la comparación fue con Afganistán, con hiperventilados secesionistas en redes envidiando el “control territorial” que consiguieron los talibanes sobre este país en pocas semanas, con entrada triunfal en Kabul incluida. Con eso sueñan algunos fanáticos de la ‘estelada’, en entrar rifle en el ristre en un Baix Llobregat o Barcelonès al que consideran ‘charnego‘ y ocupar a tiros los barrios en los que se habla español para instaurar la República Catalana de la Pureza Lingüística. Así estamos en esta Cataluña fanatizada que han forjado ERC, Junts y la CUP.
La realidad es que los “dictadores” son ellos, y lo demuestran cada día con su empeño en desterrar el español como lengua de uso y de relación entre las instituciones públicos y los ciudadanos; con unos partido separatistas “apretando” para que el castellano ni siquiera sea lengua de uso social, ni en los patios, ni en loa comercios, ni en los restaurantes.
Los talibanes ideológicos que detentan la hegemonía política y cultural en la Cataluña actual están cada día más cerca del control total de nuestra sociedad. No necesitan rifles ni carros de combate, le basta con TV3 y los millones que reparte entre los grandes medios de comunicación catalanes. No han de usar bazookas, ya tienen las escuelas para adoctrinar a las futuras generaciones de votantes, y para recoger los frutos de cuarenta años de manipulación en las aulas.
Los catalanes constitucionalistas estamos a merced de estos nuevos talibanes que nos desprecian y nos quieren privar de nuestros derechos. Habrá que organizar la Resistencia pacífica, cívica y democrática para que no nos conviertan en ciudadanos de segunda.
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