Un sector del separatismo lleva tiempo trabajando con constancia para imponer el grito de “puta España” entre la juventud, incluso por encima del “Visca Catalunya lliure”. El objetivo, nada disimulado, es romper cualquier lazo que los jóvenes catalanes puedan tener hacia el resto de españoles. De ahí que los partidos secesionistas vean con buenos ojos a aquellos comunicadores que han hecho de esta expresión su lema de guerra, y que sean continuamente premiados con todo tipo de chollos.
Peyu y Jair Domínguez son dos de estos personajes, generosamente bien pagados con los impuestos de todos los españoles, que usan el “puta España” no solo en sus redes sociales, sino también en los diversos programas de radio y televisión – públicas – en los que colaboran. Y como los socialistas se han apuntado con armas y bagaje al independentismo su principal brazo mediático, el grupo PRISA, les galardonó este año con el premio Ondas.
Estos dos humoristas no hacen más que desarrollar el viejo humor supremacista de toda la vida, el de reírse del que consideran “diferente”, buscando su humillación. Andaluces y gitanos han sido algunos de sus objetivos más preciados y, por supuesto, no han sufrido castigo por parte de la Generalitat, que no les han desterrado de los medios públicos. Al contrario, cada vez facturan más a los medios públicos.
Las barrabasadas de este par de presuntos humoristas buscan introducir en los jóvenes busca consisten en que España es un país atrasado, antidemocrático y digno de ser abandonado. Un Estado fallido que no tiene nada que ver con la Cataluña guay, moderna y tolerante que dicen ‘vender’ mientras siguen gritando “puta España”. Los ‘troleos’ que guionizan con esmero para sus gags radiofónicos y televisivos no son más que una forma de intentar acercarse al lenguaje juvenil y así convencerles de las bondades del separatismo que desprecia todo lo que huele a español.
Cada vez que escuchen a un joven gritar “puta España” tenga claro que usted ha pagado con sus impuestos a los que han conseguido que esta expresión sea de uso común entre un amplio sector de la juventud. Como el separatismo catalán es incapaz de vender un proyecto en positivo, solo vende supremacismo y desprecio hacia el adversario político. Por eso apoyan a personajes como Peyu y Jair Domínguez.
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