El pasado 25 de marzo se celebró una fiesta en la calle para conmemorar la instalación de la Superilla del Ensanche en Rocafort/Consejo de Ciento, una zona semipeatonal con el tráfico rodado muy restringido. Esta celebración, organizada por el consistorio que preside Ada Colau, se hizo a pesar de que las obras no están finalizadas.
Pero esta fiesta fue una muestra más de la exclusión del español como lengua de comunicación entre el consistorio de Colau y los ciudadanos. Los dos carteles que anunciaban la fiesta, y que se engancharon por un buen número de portales de la zona, solo estaban en catalán.
Las pancartas que se instalaron con el fin de anunciar la fiesta de la Superilla también estaban solo en catalán, a pesar de que el español es la lengua más utilizada por los barceloneses. No solo eso, la rotulación de las obras para acabar la Superilla también está solo en catalán.
En otro orden de cosas, diversos vecinos de la zona se están movilizando para incitar a los barceloneses que no estén de acuerdo con los efectos secundarios que pueden traer el mobiliario urbano instalado en la Superilla (bancos con mesa), y que definen como “botellones, ruidos y aparición de vagabundos”, que llamen al consistorio para protestar.
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