Es de sobra conocido que el independentista de izquierdas se siente en la UAB como piraña en el Amazonas: tiene carta blanca para pintarrajear toda pared de la universidad que encuentra a su paso, la potestad para decidir qué colectivos pueden desarrollar sus actividades con normalidad y la capacidad de vetar la presencia de determinadas entidades en el Campus, por útil que sea para el estudiantado, por ejemplo, disponer de una oficina bancaria en el mismo.
Si hablamos del último punto, hay una empresa que ha sorteado con éxito tan peculiar “impuesto revolucionario”: la cooperativa Abacus. Tienda de referencia para abastecerse de bolis, libretas y demás enseres imprescindibles para el normal desarrollo del día a día del estudiante, su catálogo de libros siempre ha priorizado títulos vinculados al proceso independentista. ¿Una cuestión de demanda? Sí, podría ser, pues al fin y al cabo somos pocos los estudiantes que pretendemos parecernos más a Jovellanos que a Espronceda, pero esta tesis optimista se derrumba por completo si atendemos a episodios como el de antes de ayer (que, además, dista de ser novedoso).
Procedo a resumirlo para el lector que no esté enterado: una cliente lamentó por redes sociales el imperdonable hecho (?) de haber sido receptora, por parte de una trabajadora de Abacus, de una frase en la lengua de Machado, tras haber discurrido hasta entonces su conversación con ella en catalán; lo grave del asunto no es eso, porque Cataluña está plagada de chiflados y ya estamos todos más o menos acostumbrados, sino la respectiva respuesta de la cooperativa, que con un tono servil propio de un intocable hindú, lamentó el suceso e instó a la “afectada”, en un repentino giro matonil, a revelar a qué establecimiento en concreto hacía referencia.
Por sucesos como este, es lógico que el independentista de izquierdas se encuentre en la Abacus del Campus como Borges en la biblioteca de Alejandría (discúlpenme el paralelismo y perdónenme el radical alejamiento de los elementos empleados en el símil con los reales).
En definitiva, cuando en el ámbito universitario volvamos a la presencialidad, los trabajadores de la tienda podrán enfrentarse a su rutina diaria sin el miedo de ser “ocupados” por los forofos de la revolución y de los productos Apple. Qué regusto más amargo deja pensar en cuán normalizada está la violencia en el ámbito universitario catalán, pero a la vez, qué gratificante resulta saber que, desde S’ha Acabat!, trabajamos para que esta desaparezca.
Arnau Martínez Garzón
Coordinador de S’ha Acabat! en la UAB
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