Mario Romeo Garcia (Lleida, 1956) es jurista, notario y presidente de la asociación La Tercera Via: Diàleg i Acord, una entidad que se define como «pluralista y apartidista» y que plantea la «necesidad» de encontrar una «salida realista» a la «situación de bloqueo en las relaciones institucionales y políticas entre Cataluña y el resto de España». También es secretario del Patronato de la Fundación Ernest Lluch desde su creación y portavoz de la plataforma Portes Obertes del Catalanisme.
¿Qué pasará el 1 de octubre?
Como mucho habrá un acto de afirmación independentista, al estilo del 9-N, pero no un referéndum. Al menos no un referéndum que, al margen de no encajar en nuestro ordenamiento, tal como está planteado no reúne los mínimos requisitos democráticos.
¿Es razonable que Carles Puigdemont convoque una consulta de este tenor?
No es razonable que se haya llegado a este punto. Es evidente que hay un problema en las relaciones de Cataluña con el conjunto de España, pero la solución no es el referéndum o la desobediencia como tampoco lo es que el Gobierno español se parapete tras la ley o el Tribunal Constitucional. Es un problema político que pide soluciones políticas.
¿Se ha convertido Cataluña en una democracia de calidad deficiente?
Deberíamos ser muy rigurosos al hablar de democracia. El Gobierno de la Generalitat y las fuerzas que le apoyan tienen una peculiar visión de la democracia que no compartimos. No hay democracia sin respeto a la legalidad y al Estado de derecho.
¿Qué solución ve a corto plazo para serenar las aguas políticas en Cataluña?
Probablemente iremos a unas elecciones autonómicas. Veremos si entre todos somos capaces de trazar una nueva hoja de ruta que contemple las grandes cuestiones que atañen a Cataluña: financiación, infraestructuras, competencias, identidad, pero también la política social y económica, la educación… No podemos estar siempre hablando de lo mismo.
¿Y a largo plazo?
Debería acometerse una reforma de la Constitución que permita a Cataluña ver plenamente respetada su identidad, que es plural y diversa, su capacidad de intervenir activamente en el marco español y europeo y contribuya a resolver las tensiones territoriales planteadas en el conjunto de España. Las fuerzas políticas españolas se lo deben plantear seriamente.
En un ambiente político tan polarizado, ¿qué papel puede jugar la asociación que usted preside?
Tanto la asociación La Tercera Vía como la plataforma Portes Obertes del Catalanisme en la que participamos activamente como miembros fundadores trabajamos por conseguir un clima de acuerdo y diálogo para resolver el encaje de Cataluña en el conjunto de España y el triunfo del sentido común.
¿Se sienten como el jamón en un bocadillo?
Nos sentimos como la avenida principal en la que pueden confluir diversas sensibilidades que conforman la realidad catalana. Defendemos un catalanismo transversal, de progreso, inclusivo y cada vez somos más los que estamos en contra del salto al vacío de Junts pel Sí y la CUP y del inmovilismo del Gobierno central.
¿A qué nivel se ha llegado en Cataluña cuando se nombra como responsable de los Mossos d’Esquadra a un político que con sus declaraciones previas ha ofendido a buena parte de la ciudadanía?
Los responsables institucionales deben estar al servicio de todos los ciudadanos piensen como piensen y voten lo que voten. En la política catalana sobran declaraciones, actos de afirmación y descalificaciones y falta racionalidad y sentido de responsabilidad colectiva.
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